23 de junio de 2021

historias

UN CUENTO

Con la fotografía mágica de Ximena Ibáñez.

Primera serie: la recolección de los hongos

La magia de esta historia comienza con la temporada de hongos que favorece a los bosques de un lugar lejano; producto de lluvias torrenciales que le dan al suelo ese “polvo de hadas” o, mejor dicho, ingrediente secreto que requiere el reino funghi para poder prosperar.

Escucho la música de un violín al observar cómo van saliendo de la tierra poco a poco; tal vez se deba a que de niña me ponían una película argentina llamada Pantriste en la cual se aprecia una escena similar.

Música para mis oídos, arte para mis ojos, placer para mi paladar. Así comienza esta historia.

Segunda serie: las hierbas del jardín

Los cuervos no se atreven a tocar mis plantas de tomillo, no les gusta esa hierba tan perfumada. Prefieren alimentarse meramente de polluelos con madres descuidadas o restos de alimentos que otros han soltado por ahí. Si fueran personas, yo las categorizaría en el grupo conocido como “de mal paladar” por su incapacidad de disfrutar las notas sutiles emanadas por esta hierba de personalidad femenina y elegante.

Entre mis hongos y mi tomillo, comienzan a surgirme ideas. ¿Qué voy a cocinar?

Tercera serie: la elaboración de la masa

La masa para pasta lleva pocos ingredientes. Primero se tiene que medir la harina, se hace un hueco en forma de volcán y se separan las yemas. Si la masa lo permite —porque saben que tiene vida propia— se puede agregar un chorrito de aceite de oliva. Ah y no se olviden de la sal, porque sino la pasta no va a saber a nada.

Hay un sentimiento que brinda paz al hacer esta receta con las manos, en compañía de los pájaros que cantan y el viento con olores al bosque. Y aunque no sea igual de práctico que hacerla en la procesadora, hay días en los que dan ganas de eso, ¿saben? De escaparse para dar un paseo por el jardín, de recolectar hongos silvestres, de recoger tomillo del huerto y de hacer pasta como la hacían antes.

Cuarta serie: Las distintas formas de hacer pasta

Si no cuentan con una máquina moderna, pueden lograr casi el mismo resultado con ayuda de un rodillo o —en el peor de los casos— una botella de vino. Esta última es la más divertida, porque te vas tomando el vino en lo que aplanas la pasta, y el proceso se vuelve un juego de fuerza y risas bajo los efectos del alcohol.

Una vez que ya aplanaron la pasta, pueden ayudarse con la función para hacer fettuccine que aparece en la última foto; pero esto a veces molesta a la vida silvestre de alrededor porque dicen que no “encaja” con la vibra rústica de cocinar al aire libre. Entonces, si son de los que usaron una botella por falta de rodillo, tendrán que acudir al primer método. A mí ese es el que más me gusta, porque controlas con tu propio pulso el grosor de la pasta y ésta, por consiguiente, queda con una forma mucho más artesana, primeriza e imperfecta.

En conclusión… es bueno olvidar la máquina de vez en cuando. Así la vida silvestre se mantiene contenta, la pasta queda más rústica y el cocinero se divierte con el poder místico que le brinda el hecho de tener un cuchillo en pleno corazón del bosque.

Quinta serie: los lugares en donde se puede colgar pasta

La pasta tiene que colgarse para que adquiera esa textura seca que nos permite guardarla sin problema. Y aunque no la vayamos a guardar, nunca nos saltamos este paso porque nos hace sentir como cocineras italianas de un pueblito perdido.

Lo más importante es encontrar los rincones ideales para colgarla sin que se resvale. Para lograrlo, es primordial mantener una rutina que involucre tararear y bailar con tiras largas de pasta en nuestras manos. Si no 

hacemos esto, se podría nublar nuestra imaginación haciéndonos creer que un ventilador de techo, una rama del jardín o una jaula de pájaro son lugares inadecuados para colgar alimentos.

Pero como a nosotros no nos importa eso, decidimos hacer nuestro tendedero de pasta al aire libre. Esto tiene el detalle encantador de haberse construido en compañía de ardillas y pájaros; que, en conjunto con los tarareos y bailes mencionados, forman un ambiente mágico que nos recuerda a los capítulos de nuestro cuento favorito. Y aunque hay que mantenerse alertas por animales sigilosos que busquen un bocado, la experiencia mística de hacerlo afuera se queda impresa en nuestra memoria… por eso cuando probamos el plato final, podemos percibir esa esencia característica de una pasta que fue colgada en esquinas especiales.

Sexta serie: el plato final

Hay secretos culinarios que no se consiguen en los libros de cocina. Secretos que, a pesar de su naturaleza informal, suelen sorprendernos con resultados que nunca alcanzaríamos siguiendo una receta con medidas exactas.

Guiarnos con el sonido de un violín para recolectar los mejores hongos silvestres, convocar a los pájaros que cantan para que sea más ameno el proceso de trabajar la masa, bailar y tararear al colgar la pasta para que no se nuble nuestra imaginación; son solo algunos de los secretos. Y lo interesante es que, una vez que los descubrimos, entendemos que el valor de un plato no está en su ejecución, sino en su historia.

Por eso no les comparto una receta, les comparto una narración. Pues verán, una buena receta de pasta la podemos encontrar en cualquier parte. Pero estos detalles, estos “secretos” culinarios, son los que tienen ese poder especial para convertirnos en cocineros creativos, apasionados y —como dicen— de los que hacen magia con las manos.

Fin.

12 comentarios de “Un cuento

  1. Carolina dice:

    Es la magia de tu creatividad la que me permite conectar con la comida a través de tus increíbles historias. ¡Gracias por hacer contenido tan valioso!

    Amo todo de Mandoka ?✨

  2. Itzel Maldonado dice:

    Un día, sin ánimos ni esperanzas de encontrar algo de interés en las redes sociales, apareció el video de la celebración; al momento quedé impresionada de la delicadeza con la que relatas tu historia, pero además, la sencillez y porte en cada uno de tus movimientos; quería conocer más y encontré tus recetas; el amor con el que realizas y compartes tu contenido me inspiró, y ahora estamos aquí.

  3. Annabella Muller dice:

    ¡Una armonía maravillosa de imágenes y escritos! ¡Un verdadero disfrute!
    Te felicito Mandoka! ¡Sigue haciendo magia!

  4. Sergio López dice:

    Leerte me deleita los sentidos, cada palabra la escucho y la siento como si me la susurraras al oído, puedo sentir y saborear el platillo a través de tus textos, de verdad tú eres ARTE. Bendito el día que me apareciste en TikTok con tu video de celebración, que excelso, tu voz es un deleite; en verdad tienes un nuevo y gran admirador. Atte: BIG SHOW

  5. Diana Navas dice:

    Soy fiel seguidora del valioso contenido de Mandoka pero por alguna extraña razón me había perdido de este maravilloso cuento. Ahora estaba buscando tu receta de chiles ? en nogada y tuve la fortuna de encontrarlo. Me encantó y me sentí identificada, porqué casualmente, sólo preparo pasta ? en mi máquina cuando voy al campo.

Los comentarios están cerrados.