Mandocas

“¡Hay mandocas para desayunar!” gritó la mujer con un tono de madre latina, de esas que tienen carácter fuerte.

Todos pusieron sus tareas en pausa y corrieron hacia la cocina, atacando con agresividad al plato de mandocas y suspirando con éxtasis después de cada bocado. Y es que este plato tiene un poder especial… de esos que cuesta trabajo entender. Tal vez se deba a que le dieron vida muy lejos de aquí, por un lago de Sudamérica protagonista de danzas y canciones. Crecer rodeada de climas tropicales y gente alegre te debe dar una esencia irresistible con el tiempo. Tal vez sea eso.

Y es por ese poder tan misterioso y tropical que decidí emprender este proyecto a su nombre; aunque con una ligera modificación ortográfica, claro, porque nunca se debe robar al cien por ciento la identidad de nadie.

Espero que más allá de disfrutar la receta, estén disfrutando formar parte de Mandoka; proyecto al que se han unido cocineros, poetas, filósofos, románticos y todos los que comparten conmigo esa pasión tan especial por los placeres culinarios.